Es algo ya repetitivo el contar este tipo de situaciones, pero realmente no me había pasado hasta hace poco con lo cual, tengo la necesidad de contar mi experiencia.Lo conocí hace unos años haciendo un trabajo para mi empresa, ese trabajo duró un día ya que era de favor para el dueño por ser muy amigos, así que solo alcancé a verlo de pasada lo suficiente como para atontarme por unos segundos, " QUE LINDO TIPO..." fue lo primero que alcancé a decirle a una compañera después de que el me saludara con un beso y una sonrisa, obviamente me escucho y volvió a sonreír. Muy poco me importo, sabia que no lo iba a volver a ver más ya que de su especialidad no hay mucho para hacer en la empresa.
Hace unos meses atrás entre a mi oficina luego de una mañana de corridas, mientras recorría el pasillo hacia mi espacio escuche la voz de mi jefe hablando y a las carcajadas con otro señor, por la manera nerviosa de reírse pense que era un proveedor que ambos no toleramos demasiado, " Buen día Gon..., ¿como estás? " -dije- cuando giré para saludar por cortesía me dí cuenta lo lejos que estaba de ser el famoso proveedor molesto, si obviamente era él, igual de lindo y simpático, " Maru, te acordás de mi amigo Mauro, va a estar haciendo unos trabajos en la empresa y quiero que te encargues de lo que necesite, ¿podrás?" - me dijo mi jefecito -, "Claro, con gusto" -respondí-, estaba claro que no era ningún gusto para mi, me comían los nervios del saber que me había escuchado claramente mi expresión sobre exagerada de aquella vez, con que cara me hacia la sería o desinteresada. Enseguida se apodero de mi mente ese necesidad femenina de re buscarnos con suposiciones de cosas que habrían ocurrido pero que no sabemos con certeza si fue así, como..., " seguro le contó lo que dije, por eso se reían" "claro, por ese me pidió que me encargue para que se sigan riendo de mis caras"... , ¡¡¡basta!!! gracias a dios volvió mi lado masculino, para decirme que lo más seguro es que ni se acuerde de esa situación y que se estén riendo de una pavada que hicieron en el azado del domingo mientras veían el partido.
Finalmente Mauro me explicó lo que Gonzalo quería que hiciera y lo que iba a necesitar de mi. Seguía siendo igual de simpático, en realidad sencillo un hombre normal, que ganaba bien y vivía bien, pero sin la fama en la cabeza, si me creo que me cae bien.
Si bien yo con mi jefe tengo una amistad fuera de lo laboral, seguía siendo el amigo de mi jefe así que debía contenerme. Hablamos mucho por asuntos del trabajo, pero con el correr del tiempo fuimos soltándonos más y nuestros tonos formales de conversación fueron pasando a mucho más informales con carcajadas entremezcladas, ya teníamos la confianza necesaria para permitirnos algún que otro chiste con doble sentido. Ahora nos llamamos casi todos los días para saludarnos y algunas veces de paso hablamos del trabajo, almorzamos alguna que otra vez juntos y me sorprendió en la oficina más de una vez solo pasándome a saludar, también lo hizo alguna vez porque yo se lo pedí.
Las probabilidades son claras, el problema que ninguno de los dos deberíamos acceder porque tenemos lo nuestro en casa, pero la realidad que el deseo es mucho más grande que el deber y que no se puede manejar el instinto animal del humano.